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Martes 13 de Mayo del 2025

José Mujica: El guerrillero que eligió la paz en vez de la revancha

Autor: Gerardo Aspillaga


José Mujica, expresidente de Uruguay, fue un símbolo de reconciliación. Como Mandela, eligió la democracia y el perdón tras años de prisión y lucha armada


Jose Mujica El guerrillero que eligio la paz en vez de la revancha

En un continente marcado por conflictos ideológicos y heridas profundas, la figura de José Mujica se alza como un testimonio vivo de reconciliación. Como Nelson Mandela en Sudáfrica, Mujica sufrió la prisión, la tortura y la humillación de sus carceleros. Sin embargo, cuando se incorporó a la vida civil y consiguió alcanzar el poder a través de las urnas, no buscó revancha, sino justicia. No levantó el puño, sino la palabra. Y no apeló al resentimiento, sino al entendimiento.

 

De la celda al poder, sin rencor

Mujica pasó más de una década preso, de 1972 a 1985; buena parte de esos años estuvo retenido durante la dictadura uruguaya, en condiciones brutales que habrían quebrado a cualquiera. Fue un preso político aislado, incomunicado, enterrado vivo en su celda, sin acceso a información y comunicación más que con sus captores militares. Pero cuando volvió a la vida política, no lo hizo con odio, sino con serenidad. Nunca pidió venganza por lo que le hicieron. Nunca utilizó su sufrimiento como una herramienta de división para ganar votos. Su mirada era otra: construir un país más justo para todos.

 

Mujica y Mandela: dos caminos paralelos hacia la reconciliación

Como Mandela, Mujica entendió que un país no se levanta sobre el resentimiento, sino sobre el perdón. Ambos líderes compartieron una historia de resistencia, encarcelamiento y una profunda transformación espiritual. Al salir de prisión, Mandela predicó la paz; Mujica, también. Mientras otros veían enemigos, ellos veían compatriotas.

 

Ambos entendieron que la verdadera revolución no es la que se hace con armas, sino la que transforma el alma de una nación.

Una ética de la humildad

 

Mujica fue presidente de Uruguay entre 2010 y 2015, y su gobierno se caracterizó por una visión ética del poder. Renunció a los lujos, donó su sueldo, vivió en su chacra y se mantuvo fiel a sus valores. En sus discursos no hablaba de venganza, sino de libertad, tolerancia y convivencia. En su legado no hay odios, solo enseñanzas.

 

Un símbolo para América Latina

En una región acostumbrada a los caudillos, los autoritarismos y las divisiones ideológicas, José Mujica fue una anomalía luminosa. Demostró que es posible haber sido un combatiente y luego un constructor de paz. Que se puede haber estado al borde del abismo y aun así extender la mano al otro.

 

Su mensaje es urgente hoy más que nunca: no hay futuro sin diálogo, no hay justicia sin compasión y no hay democracia real sin humildad. Nos quedamos con el Mujica demócrata, el que criticó a las dictaduras de Venezuela y Nicaragua, denunciando la farsa de las elecciones venezolanas.  


El Autor

Gerardo Aspillaga