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Viernes 02 de Octubre del 2020

La matanza de Tlatelolco el instante en que se jodio México

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La matanza de Tlatelolco el instante en que se jodio México


En marzo de 2014, en un evento organizado en Lima, para llamar la atención sobre el giro autoritario del gobierno de Nicolas Maduro, la diputada venezolana Maria Corina Machado menciono, en referencia a la OEA y los gobiernos democráticos de la región, que “La indiferencia es complicidad”. Aquella indiferencia provocaría la mayor crisis de refugiados en Latinoamérica. Millones de venezolanos debieron huir por miedo a la represión política, a la delincuencia, por hambre, por falta de medicinas que no encontraban en su país.

Hace exactamente 52 años, la misma indiferencia de los intelectuales y políticos de izquierda latinoamericanos empodero al Partido Revolucionario Institucional (PRI), que como dijo Mario Vargas Llosa, se convirtió en la dictadura perfecta. El 2 de octubre de 1968, pocos días antes de la inauguración de los juegos olímpicos de México 68, una protesta de estudiantes, trabajadores y ciudadanos reclamando mayores libertades, acabo con cientos de muertos, desaparecidos y prisioneros políticos torturados y condenados a varios años de cárcel.

Las fuerzas del orden mexicano abrieron fuego contra miles de manifestantes que se reunían en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, un caso sin precedentes en la historia Latinoamérica, donde los movimientos de protesta estudiantiles muchas veces fueron reprimidos, pero nunca antes con aquella ferocidad como sucedió en Tlatelolco, donde nadie hasta ahora sabe si fueron cientos o miles los muertos. El aparato totalitario del estado mexicano declaro que fueron solo 20 los muertos, pero más de un testigo manifestó haber contado cientos de cadáveres, y miles de heridos.

Lo evidente es que, si bien antes de aquella matanza el PRI había reprimido con violencia otros movimientos estudiantiles y de corte socialista, no fue hasta Tlatelolco cuando sistemáticamente el estado mexicano utiliza todos los medios a su alcance para acabar con la oposición política aplicando la persecución, el arresto, tortura, asesinato, y desaparición de enemigos políticos.

La consecuencia de la matanza de Tlatelolco repercutiría profundamente en el curso histórico de México. Desde aquel 2 de octubre de 1968, el PRI se hizo más poderoso, más autoritario, y más corrupto. De haber triunfado aquel movimiento espontaneo de estudiantes y ciudadanos mexicanos el PRI hubiera ido cediendo el monopolio de poder que ostentaba en ese momento y la historia de México hubiera cambiado radicalmente.
 
La impunidad Priista
Lo que más llama la atención sobre aquella matanza, es el silencio cómplice de la intelectualidad mexicana, y del comunismo internacional, Rusia, como Cuba, se negaron a condenar al estado mexicano por aquella sangrienta represión, al igual que los Estados Unidos. Tanto comunistas como capitalistas, y países no alineados mantuvieron su apoyo al régimen priista. Un caso sui géneris que se dio en plena guerra fría, el PRI consiguió que tanto comunistas, como capitalistas, apoyaran a su gobierno, legitimando sus acciones.

México se convirtió en un limbo, era, en la retórica priista, un país socialista, que abrazaba el capitalismo, pero bajo un gobierno que se hacía llamar no alineado, ni de izquierda, ni de derecha. Aquello fue lo que mantuvo a salvo al régimen priista, nadie condenaba las violaciones de derechos humano, a nadie le intereso o conmovió que cientos de estudiantes fueran asesinados y heridos de bala solo por manifestarse pacíficamente. Nadie quería quedar mal con México. Aquel limbo fue la perdición de México. El México actual es resultado de esos años en los que el régimen pudo tener el control absoluto de México, sin oposición interna y externa. Y cuando un partido tiene el monopolio del poder, tiende siempre a institucionalizar la corrupción y a reprimir con dureza para mantenerse en el poder.
 
La maldición de Tlatelolco

En los 32 años que transcurrieron desde la matanza de Tlatelolco y la primera derrota del PRI en unas elecciones limpias, en el año 2000, México vivió bajo un estado mafioso, un país donde cualquier delincuente de cuello y corbata que quería lucrar con el estado mexicano se afiliaba al Partido Revolucionario Institucional (PRI), el partido hegemónico que no perdía ninguna elección presidencial, municipal, o estatal... Era una apuesta segura ser del PRI, y lo más importante, teniendo el control de todos los poderes del estado, como el poder judicial, cualquier político corrupto sabía que sus latrocinios no tendrían castigo.

No solo eso, el narcotráfico desarrollo alianzas con gobernadores priistas, que le permitían realizar sus actividades, sin ser molestados por la policía, ni la justicia. Eran en la práctica, los narcos, protegidos de los jerarcas del PRI en los estados unidos mexicanos. Cuando el PRI cae en el año 2000, perdiendo la presidencia de la república, como el control en muchos estados, los narcos pierden esa protección, desatando una guerra contra el gobierno democrático.

No hay que olvidar nunca que en el México priista se institucionalizaron los secuestros, miles de mexicanos y extranjeros fueron secuestrados por el crimen organizado, y solo liberados cuando pagaban las familias un rescate, y en muchos casos, aun pagando, fueron asesinados los secuestrados. El PRI fue implacable con sus enemigos, pero descuido la seguridad pública, convirtiendo a las instituciones policiales en entes corruptos, permeables. Más de un policía se pasaba al bando criminal según la mordida que recibían. No solo eso, sino que la policía mexicana era ineficaz, hasta hoy en día tiene el más alto índice de casos sin resolver de toda la región, casi el 90% de asesinatos queda sin resolver en México.

En todos los campos México fue de mal en peor. Se convirtió en un gigante industrial regional, pero bajo un régimen corrupto. La mayor parte de los mexicanos se mantuvo por debajo de la línea de la pobreza, provocando que millones de mexicanos huyeran hacia Estados Unidos en busca de mejores oportunidades.
 
¿Por qué los intelectuales latinoamericanos nunca condenaron al PRI?
Desde la revolución cubana, la intelectualidad latinoamericana veía a través del prisma de Fidel Castro, el dictador cubano era quien decidía quienes eran los amigos del comunismo latinoamericano, y quienes eran sus enemigos. Es conocido ahora que Fidel Castro mantuvo cierta amistad con los dos jerarcas priistas que estuvieron detrás de matanza de Tlatelolco, Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez, presidente de la república, y secretario de Gobernación, respectivamente durante los acontecimientos de 1968. Por eso no es de extrañar que ni el partido comunista cubano, ni cualquier otro partido comunista o de corte socialista latinoamericano condenara la masacre de Tlatelolco.

Está claro el comunismo latinoamericano necesitaba de México, era el amigo de los socialistas, y no les importaba que fuera también amigo de los capitales estadounidense, era un estado fusible, que reprimía a los movimientos comunistas dentro de México, pero acogía a los comunistas sudamericanos que escapaban de la represión militar en sus países.

Más de uno se ha preguntado por qué mientras Fidel Castro organizo y financio guerrillas en Argentina, Venezuela, Perú, Chile, Colombia, entre otros países, nunca dio apoyo a las guerrillas mexicanas, que desaparecían tan pronto como surgían. Muchas veces el partido comunista mexicano actuaba como espía del PRI, por orden de La Habana, para acabar con cualquier oposición al sistema de partido único mexicano.

La Habana era cómplice del PRI. La mejor prueba de ello se desprende del caso conocido como el Secuestro del vuelo 705 de Mexicana de Aviación. El grupo guerrillero, la Liga de Comunistas Armados secuestro la aeronave y aterrizo en La Habana. El régimen castrista autorizo su asilo político, pero inmediatamente los apreso, impidiendo que regresaran a México para proseguir sus actividades subversivas contra el régimen priista.

En “Las venas abiertas de América Latina”, de Eduardo Galeano, la biblia de la izquierda Latinoamérica, publicada en 1971, se relata las injusticias que padece América Latina desde la conquista hasta el presente en manos del devorador de materias primas que es Estados Unidos. El citado libro, enumera muchas de las matanzas que los regímenes oligarcas cometieron contra trabajadores que luchaban por mejorar sus condiciones de vida. Sin embargo, Galeano solo menciona, en dos líneas, la matanza de Tlatelolco de 1968, sin sindicar responsables, sin mencionar al PRI, casi nos hace creer que la matanza la cometió la derecha mexicana corrompida por los Estados Unidos. No solo eso, el PRI en la obra de Galeano no existe, no lo menciona, y de esta forma no daña la reputación del Partido Revolucionario Institucional como paladín del socialismo mundial. Acaso no había antes acogido a miles de socialistas españoles que escapaban de la España fascista de Franco, o como hemos mencionado antes recibió en los 60´s y 70’s a miles de comunistas latinoamericanos que escapaban de la represión en sus países.

Sin embargo, las evidencias históricas son claras, la izquierda latinoamericana se hizo de la vista gorda durante la llamada guerra sucia del estado mexicano contra disidentes politicos. Mientras más exiliados politicos llegaban a México, mas violaciones contra los derechos humanos cometía el PRI.

Una muestra de esto es lo acontecido en ciudad de México, el 10 de junio de 1971, la conocida como “la matanza del Jueves de Corpus Christi". Durante una marcha pacífica en las calles, exigiendo libertad política y democratización de la enseñanza, miles de estudiantes fueron literalmente cazados en la vía pública por el grupo paramilitar priista conocido como Los Halcones. El grupo paramilitar, usando barras de bambú, a plena vista, golpeo a los estudiantes, en busca de frenar su avance, pero ante la respuesta de los estudiantes que no se amilanaron, Los Halcones hizo uso de sus armas de fuego, desatando el caos. Según testimonios Los Halcones perseguían a los estudiantes disparando contra ellos, sin que la policía interviniera para proteger a los estudiantes que, desarmados, eran asesinados a plena luz.

Alfonso Cuarón, en su celebrada película “Roma”, recrea aquel día trágico de Corpus Christi, que nuevamente como en Tlatelolco, ningún intelectual de la izquierda mexicana y latinoamericana condeno. Ni siquiera Gabriel García Márquez, quien vivió y murió en México, gran amigo de Fidel Castro y de los jerarcas del PRI, hizo mención alguna a las matanzas de estudiantes que ejecutó el PRI entre 1968 y 1971. Triste destino el de México, no tuvo a nadie quien escribiera sobre sus infortunios.


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