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Sabado 16 de Noviembre del 2019

Los niños a los que se miente tienen más probabilidades de mentir como adultos

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Dejemos de lado las mentiras populares como el conejo de pascua, papa Noel o el rat


Los niños a los que se miente tienen más probabilidades de mentir como adultos


Un nuevo estudio de psicología dirigido por Setoh Peipei de la Universidad Tecnológica de Nanyang (NTU), Singapur, encuentra una correlación entre niños cuyos padres les mentían desde la infancia y adultos que mienten reiteradamente. La mentira una vez instalada en la psique del niño puede conllevar a que mentir se vuelve cada vez más fácil con el tiempo. También está asociado con otros comportamientos problemáticos, como la violación de reglas, la agresión y la intrusión.
Cuando los padres les dicen a los niños que la honestidad es la mejor política, pero muestran deshonestidad en algunos aspectos de su vida, por ejemplo, mienten delante del niño cuando faltan al trabajo y dicen que están enfermos, puede tal comportamiento enviar mensajes contradictorios a sus hijos. La deshonestidad de los padres, asi sea considerada leve, puede eventualmente erosionar la confianza y promover la deshonestidad en los niños.

“Nuestra investigación sugiere que la crianza de los hijos mintiendo es una práctica que tiene consecuencias negativas para los niños cuando crecen… Los padres deben ser conscientes de estas posibles implicaciones posteriores y considerar alternativas a la mentira. Es mejor ser sincero con nuestros hijos para que los niños sepan qué esperar, ofrecer opciones y resolver problemas juntos, para provocar un buen comportamiento de los niños”, recomienda el profesor asistente Setoh Peipei de la Facultad de Ciencias Sociales de NTU Singapur.
Muchos padres usan amenazas como: "Si no vienes ahora mismo, te dejaré en esta tienda". Aquella amenaza que pronto el niño descubrirá que es mentira hará cambiar el sentido sobre las verdades y las mentiras. Un padre nunca abandonara a un hijo en la tienda, o en plena calle, así que el menor recibe un mensaje explícito y contradictorio: "Te digo que nunca mientas, pero te lo hago todo el tiempo".

Los padres tienden a mentir al menos un poco a sus hijos. A veces mienten por omisión, a veces por no saber expresar emociones, a veces "por su propio bien". Sin embargo, es importante limitar la mentira e intentar proporcionar razones honestas a los niños al rechazar sus solicitudes, según los investigadores de la Universidad Técnica de Nanyang de Singapur.

La investigación, realizada en colaboración con la Universidad de Toronto de Canadá, la Universidad de California de los Estados Unidos, San Diego y la Universidad Normal de Zhejiang de China, se publicó en The Journal of Experimental Child Psychology.
Para el estudio, 379 adultos jóvenes (cuyo promedio fue de 21) fueron invitados a completar cuatro cuestionarios. El primero midió la frecuencia con la que pensaban que sus padres les mentían cuando eran niños. Por ejemplo: "si no te vas conmigo ahora, te dejaré aquí solo". O: "No traje mi billetera conmigo, volveremos otro día". El segundo cuestionario estaba relacionado con las propias mentiras de los participantes a sus padres. Los otros dos se referían a sus comportamientos sociales y sus tendencias a comportarse de manera egoísta e impulsiva.
 
Identificar mentiras potencialmente dañinas contadas a los niños
Al analizar las respuestas, los autores del estudio observaron que los adultos cuyos padres parecían haberles mentido con frecuencia tenían más probabilidades de adoptar un comportamiento intrusivo, incluso manipulador. "La afirmación de autoridad sobre los niños es una forma de intrusión psicológica, que puede socavar el sentido de autonomía de los niños y transmitir el rechazo, en última instancia socavando el bienestar emocional de los niños. La investigación futura debe examinar la naturaleza de las mentiras y los objetivos de los padres para que los investigadores puedan sugerir qué tipo de mentiras evitar", sugirió el profesor asistente Peipei Setoh de la Facultad de Ciencias Sociales de Singapur de la Universidad Técnica de Nanyang, autor principal del estudio.
 
 
 


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