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Martes 17 de Diciembre del 2019

Jaime Bayly la familia como fuente de inspiración

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Jaime Bayly la familia como fuente de inspiración


Jaime Bayly sorprendió a todos, críticos y lectores, hace 25 años cuando publico “No se lo digas a nadie”, su crónica juvenil sobre su vida de excesos en Lima, donde llamaba sobre todo la atención del público el retrato que pintaba de sus amigos y amantes. La novela era mejor de lo que muchos críticos opinaron, su pecado fue ser demasiado escandalosa, jugar con el morbo de sus lectores que intentaban adivinar qué figura conocida se escondía detrás de algunos personajes de la novela.
 
En sus siguientes novelas repite modus operandi, recure a sus memorias para escribir. Fue ayer y no me acuerdo, mismo personaje alcohólico, cocainómano, bisexual y estrella de la tv peruana.
 
En “Los Últimos días en la prensa”, recupera su experiencia adolescente como periodista de uno de los diarios más importantes del Perú, el diario La Prensa. En la novela podemos hallar la génesis del megalómano Jaime Bayly. La novela describe como El Diario La prensa en manos de Arturo Salazar Larraín, el papa de Federico Salazar, es conducido a la ruina, por la incompetencia de su director. Hay que mencionar que Jaime Bayly con 15 años fue contratado por Salazar no por sus méritos periodísticos, sino por la amistad que tenía con los Letts, una muestra del despotismo que llevo a la quiebra al diario.
En “Los Últimos días en la prensa”, Bayly como siempre apela a figuras conocidas entre sus personajes, y el morbo hace el resto. Quizás sea la mejor novela de Bayly, es ágil en la narración, diálogos certeros y ligeros, no cargados. Si habría que resumir la novela en un párrafo este sería: “No hay nada que hacer, chicos, el periodismo es la mejor profesión del mundo -dijo Patty-. Se trabaja poco, se chupa gratis y a uno lo tratan como rey”, palabras en boca de Patty, la secretaria del diario, quien maneja y deshace a su gusto en la redacción. Este año volvería a usar el tema de La Prensa, en su artículo titulado: Los Genios. Bien parece que cuando no consigue la inspiración para sus artículos de opinión siempre es bueno usar el artilugio de resumir en algunos párrafos sus novelas.
 
Después de aquella novela mantendría su prolijidad literaria. Publicaría más títulos, pero siempre con él, Jaime Bayly, como el protagonista, y su entorno los extras involuntarios, su comparsa literaria. Podríamos decir que la familia Bayly, gracias a su oveja negra, es una franquicia literaria en la pluma de Jaime.
Si revisamos su bibliografía Jaime, Jaimito, no parece tener una imaginación descomunal, que lo lleva a inventar ficciones entreveradas, a desarrollar personajes oscuros, complejos, o con personalidades distantes a la del autor. No, en Bayly el Alter Ego, siempre es él mismo, solo cambian los escenarios, las situaciones, pero todos sabemos que Jaime es quien narra sus historias personales.  
 
El usarse como personaje central de una novela, siempre es el recurso de los novelistas noveles. Vargas Llosa es El Poeta de la Ciudad y los Perros, el zavalita de Conversaciones en la catedral, pero no es Pichulita Cuéllar de los Cachorros, ni es el Sargento Lituma de la Casa Verde. En algún momento el narrador necesita eliminarse de la trama, dejar de ser el protagonista y crear micro cosmos ficticios, fabulas con base en la realidad, pero mantenerse distante de la ficción. Con Bayly es todo lo contrario, él es el nucleo de sus novelas y de sus crónicas periodísticas. El autor no se mantiene equidistante de sus personajes, sino que se entrevera. Él quiere que todos sepamos que es Joaquín, Gabriel, Jimmy, Manuel…
  
Y lo que no ha contado en sus novelas, lo cuenta en sus artículos periodísticos. En “Cuando sea grande” habla de sus dos tíos, el comunista Ricardo Letts y el financista y minero Roberto Letts: “Dorita tenía dos hermanos mayores a los que su esposo Jimmy les había prohibido entrar en su casa: Richard, revolucionario comunista, y Bobby, empresario capitalista, millonario insaciable, dueño de grandes minas. Jimmy Barclays papá, admirador del dictador chileno, amigo de generales que conspiraban para dar un golpe de derechas, detestaba a Richard por comunista, no quería verlo más, y despreciaba a Bobby no por su vasta fortuna ni por sus extravagancias en gastarla, sino por su vida privada: Bobby no se había casado, no había tenido novia, tampoco tenía hijos, y era un secreto a voces, un rumor pecaminoso que corrompía los oídos de la familia, que le gustaban los hombres, sobre todo los marinos y los negros, a los que, según se decía, llevaba a la cama, tras negociar la tarifa”. Si Bayly, cambia los nombres, pero es claro que menciona a sus tíos los Letts. La familia parece ser una fuente inacabable para crear estas realidades/ficciones.
 
No es que Bayly necesite vender libros o escribir sus artículos periodísticos para vivir, es un hombre ya con fortuna, como ha declarado. Su madre le dono dos millones de dólares. Más bien parece que tiene la necesidad patológica de dar punzadas, de usar su pluma para castigar a su familia y amigos, de no poder controlar sus ímpetus de querer contarlo todo, de traicionar a todo aquel que se cruzó en su camino, de desnudar para las tribunas personajes de su entorno, y mostrar la imperfección de sus almas.
 
Es el caso de su artículo, “El Catador de chocolates”. En el Bayly menciona la amistad de su arte ego Jimmy Barclays con Arturo Belano, el álter ego literario de Roberto Bolaño: “siempre con hambre, experto en hurtar libros, en la capital mexicana, y luego en las costas catalanas”. Parece imposible para Bayly, una tarea endemoniada, no intentar vender a sus lectores alguna carnada jugosa que deleite sus lecturas. El mismo Bolaño había confesado aquel pecado juvenil, sin duda el dardo beyliano no va dirigido hacia los fieles a Bolaño, sino para quienes lo siguen y necesitan de esas historias truculentas cada semana.
 

Jaime Bayly Escritor


Esta semana vuelve a usar un tema recurrente en sus narrativas, sus hermanos. En La monja atea, Bayly se despacha con la historia de amor, desamor y claustro de su hermana mayor, no mencionaremos su nombre, él la llama: Delfina del Mar.
 
Peor parada sale su otra hermana, a la que el autor menciona como Carolina en Mi hermana, la pícara: “Si será caradura y bandolera esta Carolina, incansable en robarle a Dorita”, escribe en su columna semanal de julio de este año.
 
“Carolina fue entonces penalizada por su angurria y su inmoralidad, y de aquella merecida sanción moral aún no se recupera, pues todos en la familia, salvo uno de mis hermanos, el más mamerto, repudiamos su conducta innoble y trepadora”, el conflicto entre Jaime y su hermana se reduce a unos millones de dólares, que según cuenta Jaime su hermana le había birlado a la madre de ellos. En otro artículo, ya sin alias, la menciona: “Mi otra hermana fue amante del dinero desde muy joven”.
 
Jaime Bayly no se guarda nada, en sus columnas periodísticas, ni en sus novelas, a lo largo de muchos años su vida ha sido aireada, sus seguidores ya conocen bien los secretos más escabrosos de los Bayly Letts, de sus abuelos, padres, hermanos, tíos, primos, y de todos los amigos que nutrieron su vida y su narrativa. Cualquier escritor con talento puede convertir aquella materia prima en una obra colosal y adelantarse a sus planes de crear la gran novela familiar, la sagrada familia, que dice estar escribiendo.
 
Bayly es un gran escritor, un novelista de oficio, su narrativa no aburre, divierte, es amena, va directo a complacer a sus lectores, lo que convierte a su obra en un divertimiento. Nunca será un clásico de la literatura latinoamericana.
 
El antiguo trasgresor es hoy, en tiempos de empoderamiento femenino y reivindicaciones LGTB, un burgués de Miami, extremista de derecha, anti comunista acérrimo, y padre de familia ejemplar.  Sera imposible que el gran autor que es nos entregue alguna vez la gran novela que por muchos años estuvimos esperando. Imposible mientras tenga la necesidad de ser la estrella de televisión de los exiliados latinoamericanos.


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