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Viernes 18 de Junio del 2021

La Alemania de 1933 se parece mucho al Perú del 2021, para tomar el poder culpa al comunista

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El anticomunismo de las elites alemanas presionaron, en 1933, a los politicos para que aceptaran a Adolf Hitler como canciller de la republica alemana, ese fue el primer paso para capturar el poder absoluto que solo perdi


La Alemania de 1933 se parece mucho al Perú del 2021


El escenario que vive hoy en Perú, post elecciones, es casi el mismo que se vivía en la Alemania de 1932 cuando el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, los nazis, obtienen una mayoría simple en el Reichstag, el parlamento alemán, pero no son suficientes escaños para obligar al presidente Alemán para elegirlo Canciller. Mientras busca apoyo de sectores conservadores, monárquicos y católicos, Hitler y sus fuerzas paramilitares le declaran la guerra al partido comunista alemán. Los nazis y los comunistas eran dos fuerzas ideológicamente enfrentadas que tomaban las calles declarando al otro como el enemigo del pueblo alemán. Entre ambos bandos se sucedieron decenas de asesinatos, bajo ese clima de violencia, el Reichstag inicia su primera sesión, el 12 de septiembre 1932, con Hermann Göring como presidente del parlamento alemán, y la primera acción que realiza es censurar al canciller (primer ministro) Franz von Papen, elegido por el presidente Paul von Hindenburg. Esta censura lleva a Hindenburg a disolver el parlamento alemán y convocar a nuevas elecciones, que era lo que buscaban los nazis, ante la negativa del presidente alemán de entregarle la cancillería. En noviembre de 1932 se llevan a cabo las nuevas elecciones parlamentarias, y nuevamente los nazis obtienen una mayoría simple, pero esta vez perdieron 35 escaños, volviendo a fracasar en sus intentos de ser nombrado Canciller.

Suena familiar la historia del ascenso al poder de los nazis, en la anarquía política, como la que vivimos hoy, o la que se vivió en 1932, con un parlamento fragmentado, y extremadamente ideologizados, donde había comunistas, nacionalistas, conservadores católicos, católicos moderados, hasta facciones monárquicas que buscaban que Alemania volviera a ser un reino, no le fue difícil a Hitler congregar en torno a él una coalición de conservadores nacionalistas, que consiguieron convencer al presidente Hindenburg para que les entregue el poder ejecutivo al partido nazi.

Para alcanzar su fin, que era tomar el poder, los nazis se apoderaron de los símbolos alemanes, ellos representaban la verdadera Alemania guerrera, y le hicieron creer a millones de alemanes que eran el último bastión que impedía a los comunistas tomar el poder. Antes que su perorata anti judía, los nazis utilizaron al comunismo como el enemigo alemán a quien debían vencer o morir. El comunismo, manifestaban, no era alemán, por lo tanto su cruzada para eliminarlos de la escena política era santa, debían recuperar la gran Alemania que estaba siendo carcomida por un sistema político y económico foráneo, aunque debemos anotar que Marx, el padre del comunismo, era Alemán. Este discurso suena familiar, bien podrías creer que Lopez Aliaga sigue creyendo esto, que el comunismo no es peruano, por lo tanto un partido comunista peruano no representa más que a intereses extranjeros.

No es casual que Fuerza Popular haya capturado los símbolos patrios, más de una vez hemos visto a Keiko Fujimori y sus correligionarios usando polos que tienen estampado el escudo nacional. El partido fujimorista fue más allá, desarrollo una campaña llamada “ponte la camiseta” que buscaba identificar como de los suyos a quienes se ponían la camiseta de la selección peruana. Un golpe publicitario que creyeron infalible porque se venían los partidos de la selección peruana que clasifica al próximo mundial. Hasta los jugadores de la selección se prestaron para este acaparamiento de los símbolos nacionales cuando pedían sin mencionar a Keiko Fujimori que “ponerse la camiseta” era luchar contra el comunismo. Esto mismo hizo el nazismo, se fue mimetizando dentro de la cultura alemana, y pronto se fue asociando al nazismo como una prolongación del esplendor prusiano, el reino que había unificado a los estados alemanes, y vencido a Francia en la guerra de 1870.

Lo sorprendente es que como en 1932 las elites peruanas atemorizadas ante la posibilidad de que un comunista acceda al poder mediante el voto, consideran que un partido autoritario, con procesos por corrupción, con el historial de haber cometido un fraude en las elecciones del año 2000, que provoco la caída de dos presidentes, dos gabinetes, que echo abajo la reforma educativa, por cierto con Pedro Castillo como una pieza fundamental en su trama para acabar con la ministra de educación Marilú Martens, es quien los representa contra el comunismo. Lo mismo pensaron los industriales alemanes que financiaron al partido de Adolf Hitler para las elecciones de 1932. Fueron las elites las que permitieron que el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán capturara el poder al obtener en dos elecciones legislativas una mayoría simple. El ruido de las batallas campales que comunistas y nazis provocaban en las calles llevo en 1933 al presidente alemán, Paul von Hindenburg, a darle la cancillería a Adolf Hitler, el resto es conocido, una vez que tomaron el poder eliminaron a sus oponentes politicos, con el beneplácito de las clases medias y altas, que aspiraban a un orden en medio del caos, y legitimaron la cacería que llevaron a cabo contra los comunistas, y una vez que estos fueron eliminados fueron contra todos quiénes se oponían a ellos.

El escenario del 2021 es casi un calco al de la Alemania de 1933. El fujimorismo se beneficia, como lo hicieron los nazis, del sistema político imperfecto existente. Sacar a las calles a fanáticos anti comunistas no busca que por la fuerza sea elegida presidenta, sino un golpe de estado, y volver a convocar a elecciones, esta vez ella cree conseguirá alzarse con la presidencia que no obtuvo en elecciones democráticas; o como muchos consideran está dibujando una estrategia donde ella es víctima de un complot del comunismo internacional, le llaman Foro de Sao Paulo, y pedirá asilo político, escapando de sus procesos por corrupción. No hay otra explicación ante lo que es a todas luces un rebelión abierta contra la democracia que ella cree ha sido secuestrada por los comunistas.

Todo puede suceder en los próximos días, estamos ante un evento sui generis en Latinoamérica, que como hemos indicado nos remite a los días y semanas previas a la toma del poder de partido nazi. “No al comunismo” hoy, como en 1933, es el único argumento necesario para acabar con el oponente político y capturar el poder.

En los próximos días se incrementaran las marchas, ambos candidatos amenazan con tomar plazas y calles, y esto solo puede llevar a un enfrentamiento entre ambos bandos con muertos y heridos, dejando en el ambiente que en el Perú la anarquía se ha impuesto, y no hay gobierno que pueda imponer orden, conllevando a lo que está pidiendo abiertamente muchos aliados del fujimorismo a que los militares vuelvan a tomar el poder, ante la inminencia de una guerra civil, por cuanto las regiones donde gano Pedro Castillo no van a dejar que les roben sus votos. La irresponsabilidad del fujimorismo está dividiendo el Perú entre clases sociales, regiones, y sobre todo abonando en la idea de que si un candidato provinciano no es del agrado de Lima no debe, no puede, ser presidente.

No es casual que quienes se creen los argumentos del fraude en mesa del fujimorismo estén en la clase alta, muchos por primera vez participan en debates politicos. Sin duda en un gran sector de la población que cree realmente de que los comunistas acabaran con el Camelot limeño en el cual son reyes; sus valores no son democráticos, sino clasistas, esgrimen la idea de que Pedro Castillo no tiene educación, ni la capacidad e intelecto necesario para ser presidente. Objetan hasta su pobre performance ante las cámaras. No solo el anticomunismo está detrás de esta revuelta de las clases altas, sino la creencia de que Pedro Castillo, como 50 años atrás Velazco, acabara con sus privilegios.

El nazismo fue una invención política, una respuesta al comunismo que obtenía cerca de ¼ de los votos en las elecciones legislativas. Su poder parecía acrecentarse, y sin duda de haber tomado el poder hubieran hecho lo mismo que los nazis eliminar a sus rivales politicos y perpetuarse en el poder. Sin embargo esas no son razones, menos en el siglo 21 cuando es imposible que se cometan los mismos errores que llevaron a países como Venezuela o Cuba a perder su libertad, para recurrir al Plan B, e incendiar la pradera antes que permitir a un comunista entrar en palacio de gobierno.


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