The Last of Us, la exitosa serie postapocalíptica de HBO basada en el videojuego del mismo nombre, ha llegado al final de su segunda temporada, dejando tras de sí una estela de emociones divididas, decisiones narrativas arriesgadas y un giro radical en su eje argumental. Si la primera temporada construyó un vínculo emocional profundo entre Joel (Pedro Pascal) y Ellie (Bella Ramsey), la segunda temporada se atrevió a romperlo brutalmente, apostando por un cambio de perspectiva que no todos los fans están dispuestos a aceptar.
El final de la primera temporada dejó a muchos con el alma en vilo: Joel, el personaje más querido de la serie, asesinaba a toda una unidad de los Fireflies para salvar a Ellie, eliminando con ello la posible cura para la infección fúngica que ha diezmado a la humanidad. Este acto moralmente cuestionable se convirtió en el corazón de la narrativa, generando tensión entre los protagonistas, aun cuando intentaban construir una vida juntos en la comunidad de Jackson, Wyoming.
Sin embargo, la segunda temporada no tardó en cobrar esa factura emocional y narrativa. En el segundo episodio, Joel muere a manos de Abby (Kaitlyn Dever), una soldado de élite que busca venganza por la muerte de su padre, un médico de los Fireflies asesinado por Joel. Esta decisión marcó un antes y un después en la serie: dejó a los espectadores en shock y redirigió toda la atención hacia Ellie y Abby, dos personajes atrapados en una espiral de odio y violencia.
La evolución de Ellie a lo largo de esta temporada ha sido intensa y, para algunos, desconcertante. Lejos de la adolescente valiente y entrañable de la primera entrega, esta vez la vemos cegada por la ira, sumida en una cruzada personal para vengar a Joel. Su camino hacia Seattle para dar caza a Abby la transforma en una figura casi irreconocible, dispuesta a torturar, matar y abandonar a quienes la quieren con tal de cumplir su objetivo.
Momentos como el asesinato accidental de Mel, una de las compañeras embarazadas de Abby, revelan las grietas morales que comienzan a formarse en la conciencia de Ellie. Cuando Mel le ruega que salve al bebé antes de morir, la crudeza de la situación impacta tanto a Ellie como a la audiencia. El trauma acumulado es evidente, y Bella Ramsey logra transmitir esa mezcla de culpa, rabia y vacío de forma magistral.
La gran apuesta de los creadores Craig Mazin y Neil Druckmann es clara: trasladar el protagonismo de Ellie a Abby. Esta jugada narrativa, inspirada directamente en The Last of Us Part II, puede resultar chocante para el espectador de televisión que aún no ha jugado el videojuego. No obstante, tiene una lógica emocional poderosa: así como el jugador debe ponerse en los zapatos del enemigo para comprenderlo, el espectador también será llevado a ver el mundo a través de los ojos de Abby.
El cierre de temporada, con una escena final aparentemente anticlimática —Abby dormitando en un sofá con un libro en el pecho—, nos prepara para lo que viene: un nuevo comienzo desde su perspectiva. El cartel “Seattle – Día Uno” insinúa una narrativa que volverá sobre los eventos ya conocidos, pero esta vez desde el otro lado del conflicto.
Uno de los elementos más potentes de The Last of Us es su reflexión sobre la violencia y sus secuelas. Cada muerte deja una cicatriz, cada acto de venganza alimenta un ciclo interminable de destrucción. Joel pagó el precio de sus decisiones pasadas. Ellie, al embarcarse en su propio viaje vengativo, comienza a desdibujar los límites entre justicia y obsesión.
Lo mismo ocurre con Abby. Aunque su accionar responde a un deseo de justicia por la muerte de su padre, termina convirtiéndose en la misma figura despiadada que tanto odiaba. Ambas protagonistas se ven atrapadas en un espejo distorsionado donde la línea entre héroe y villano se vuelve cada vez más borrosa.
Como muchas series de HBO, The Last of Us reservó su mejor episodio para el penúltimo capítulo de la temporada: El Precio. En él, volvemos a ver a Pedro Pascal como Joel en una serie de flashbacks que nos revelan detalles esenciales de su relación con Ellie durante los años de paz en Jackson. Desde los cumpleaños de Ellie hasta la revelación de verdades dolorosas, este episodio es un recordatorio de lo que se ha perdido.
Uno de los momentos más desgarradores es cuando Joel intenta mentir nuevamente para proteger a Ellie, pero finalmente se ve obligado a confesar. Es un intento de reconciliación que llega demasiado tarde, ya que al día siguiente es asesinado. Esta estructura no solo rinde homenaje al talento de Pascal y Ramsey, sino que también establece el tono melancólico que domina el cierre de temporada.
La decisión de relegar a Joel tan pronto, de poner a Abby en el centro de la historia, y de convertir a Ellie en un personaje más difícil de amar ha generado reacciones encontradas. Algunos aplauden la audacia del guion por desviarse de lo convencional. Otros critican la pérdida de ritmo, la desconexión emocional y la excesiva dependencia de flashbacks para llenar vacíos narrativos.
Además, la expectativa de una tercera temporada, posiblemente centrada en nuevos personajes y con un enfoque aún más fragmentado, plantea la duda: ¿puede la serie mantener su impacto sin su dúo original?
Aunque aún no hay fecha confirmada para el inicio del rodaje de la tercera temporada, todo apunta a que The Last of Us seguirá profundizando en las vidas de Abby, Ellie y los nuevos personajes que orbitan alrededor de ellas. La guerra entre la WLF y otras facciones militantes promete ser un nuevo frente narrativo, al igual que los misterios no resueltos sobre los “cultos” que aparecen brevemente en esta temporada.
El desafío será mantener el interés de una audiencia que, en muchos casos, se sintió emocionalmente vaciada tras la muerte de Joel. La serie ya no es la misma que conquistó corazones con una historia de amor paternal en medio del apocalipsis. Ahora es una tragedia coral sobre la pérdida, el trauma y la imposibilidad de redención en un mundo sin esperanza.
The Last of Us Temporada 2 es una lección de valentía narrativa que apuesta por incomodar al espectador. La transformación de Ellie, el ascenso de Abby, y la pérdida de Joel son decisiones que, si bien pueden parecer extremas, buscan reflejar el verdadero precio de la violencia y la venganza. Aunque la serie ha dejado a muchos con más preguntas que respuestas, sigue siendo una de las propuestas más maduras y arriesgadas de la televisión actual.
¿Podrá la tercera temporada reconciliar a los fans con sus nuevos protagonistas? ¿O será esta la temporada que marque el inicio del declive de una historia que comenzó con tanto corazón como horror? Lo sabremos en el próximo capítulo. Por ahora, lo único seguro es que en The Last of Us, nadie sale ileso. Ni los personajes. Ni nosotros.